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sábado, 17 de octubre de 2009

Los Sábados en el dojo de la UNI

Práctica de kumite de los Sábados (año 1975)
El dojo de karate do resulta siendo siempre nuestro segundo hogar , nuestro sensei la imagen del padre ideal que tuvimos o no pudimos tener , nuestros compañeros de entrenamientos son nuestros hermanos aunque los apellidos sean distintos , el dojo kun se convierte en la norma de vida que aceptamos y seguiremos siempre , muchos llegamos o llegaron al dojo atraidos por una moda o con la intención de en la calle golpear o no ser golpeados , con el tiempo se aprende que el enemigo a vencer está dentro de nosotros mismos . En la UNI . para la generación de los 70´s la primera lección que recibimos fué limpiar el piso , algo que muchos rechazaban inicialmente y que luego se disputaban por hacer , un viejo dicho del karate tradicional es este:
"Cuando limpies el piso de tu dojo piensa que estas limpiando tu espíritu"
Todos los kohai recibimos siempre esa primera lección que nos limpiaba el espiritu de las costumbres mundanas y nos preparaba para algo que luego entendimos despues como casi sagrado.
Aunque con los años y el avance del "karate deportivo" se ha ido perdiendo aquí y en todos los paises del mundo la ceremonia tradicional del saludo en seiza , luego el mokutso , la mente en blanco , libre de pensamientos extraños nos preparaba para una batalla más contra nosotros mismos , contra nuestros temores o nuestro egocentrismo , para luego repetir el Dojo Kun enseñado por sensei Chiok , en japonés y castellano , en boca de nuestros primeros sempais , Elias Rojas ,Antonio Padilla .... nos reafirmaba en la intención de seguir en el camino , a pesar del dolor , del cansancio , de las lesiones , del riesgo de perder cursos en la universidad.
Karate do fué desde entonces parte de nuestra rutina diaria, el dojo se extiende desde entonces hacia la vida misma y se refleja en la actitud ante nuestra familia , en el respeto hacia los demás , hacia nuestros amigos , en nuestra autoestima , el entrenamiento físico pasa , las derrotas o los triunfos en campeonatos son solo recuerdos al dia siguiente , el color del cinturón o el grado no interesan , volvemos al entrenamiento no solo para ganar o perder , lo hacemos por nosotros mismos , extrañamos a nuestros amigos y nos preocupamos cuando no los encontramos.
Según los principios del karate tradicional cualquier lugar puede ser considerado un Dojo. Depende del espíritu de los que alli deciden practicar o aprender técnicas de karate do , para nosotros los de la UNI en Enero de 1972 el dojo fue la cancha de cemento de basket , de alli el parque de la Facultad de Minas , para los de los 80´s el dojo algunas veces fué el Campo de Marte , cualquier lugar puede transformarse en dojo , lo será mientras el sensei y los alumnos estén presentes alli y le otorgen solemnidad.
Un Dojo es como un cosmos en miniatura, donde entramos en contacto con nosotros mismos, con nuestros miedos, ansiedades, reacciones y hábitos heredados. Es una área de conflictos confinados, donde nos enfrentamos a un oponente que no es un enemigo, sino un compañero , un amigo , empeñado en ayudarnos a comprendernos mejor a nosotros mismos.
El dojo es la extensión de una una familia . Alli los sempais (estudiantes más antiguos que te ayudan en el proceso de aprendizaje) te ven como si fueran hermanos mayores , tambien , por eso uno adquiere el deber de ayudar a lo largo de la trayectoria a sus menores en experiencia como nuestros sempais lo hicieron con nosotros.
En el dojo de la UNI, el principio de la vida se percibe siempre como el primer dia que empezamos nuestro entrenamiento . La persona que aceptastes como guia en el camino del karate do simbólicamente toma el lugar de un padre.
Aunque nunca podramos compensar totalmente nuestra deuda a nuestro sensei, o a nuestros sempais, es nuestro deber el intentarlo. El método de retribuir en algo esto está en lo que hacemos y en lo que decimos. Para demostrar respeto al arte mismo , a nuestro dojo de origen , al karate do Shotokan , demostramos siempre respeto a los que están sobre nosotros en graduación y tambien a los que están debajo de nosotros. Somos fuertes con los fuertes y compasivos con los débiles.
Nos esforzamos en seguir los rasgos de un samurai , entrenando sinceramente , esforzándonos para buscar la excelencia en la técnica, y siendo respetuosos y comprensivos con los demás.
Siempre que estemos frente a una decisión por tomar, nos preguntaremos, “¿ cuál es la cosa correcta a hacer que traerá honor a mi escuela y a mi sensei ? ”
Enseñamos el arte a otros , porque así nos fue enseñado. Nos inclinamos al saludar al dojo y a nuestros compañeros porque demostramos que sentimos respeto y tenemos aún un deber por cumplir , aunque como ahora , pasen los años y estemos lejanos de nuestro club de origen.
El recuerdo de la sangre y sudor que dejamos en el piso del dojo a nuestro paso , se quedaron allí , para alimentar el espiritu de las generaciones que nos sigan.

Posteado por Jorge Flores

1 comentario:

osvinv dijo...

Flores cuenta cuando Montenegro te queria matar ---